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Parte 2: Diario sobre un viaje en Interrail. Bremen – Dresde

Parte 2: Diario sobre un viaje en Interrail. Bremen – Dresde

 

Bremen

El siguiente destino era Bremen, una ciudad que nunca me había planteado ver, pero que termino por ser una de mis favoritas en Alemania, la ciudad de los trotamúsicos.

Por cosas del destino en una parada intermedia camino a Bremen, nos encontramos con los Sevillanos y una de sus primeras palabras fue -¡No veas quillo, que liada!- Nos contaron que de fiesta fueron con mas gente al hostal montando ruido, el encargado de el hostal los encerró de el hostal y les pedía 200 euros por los problemas, los sevillanos se querían marchar pero sin pagar ese dinero, así que el encargado llamo a mas gente, casi se pegan y les encerraron a los sevillanos en la recepción, estos miraron por la ventana que solamente estaban a un piso de altura para escapar y justo cuando vino la policía saltaron y se fueron en bici, terminaron por dormir en un parque.

Bueno pues todo eso nos lo contaron en el trayecto en tren, también una mujer Alemana de unos 40 años que hablaba español se nos unió a la conversación, tenia un poco cara de loca y sus diálogos no seguían un orden lógico, básicamente insistía en que le gustaba la naturaleza, a preguntas tipo «¿Que nos recomiendas ver en Bremen?», nos respondía «no me interesa, yo solo campo» y así de raro todo el viaje.

Ya en Bremen, nos separamos de los sevillanos y fuimos a nuestro hostal, el mejor hostal de todo el viaje, cuartos enormes, tranquilidad y ya de noche pudimos dar una vuelta por la ciudad, comer la primera Bratwurst, entrar en una taberna famosa de Bremen y ver como la gente para salir de fiesta directamente iba a tiendas. Compraban las cervezas, las habrían en el mostrador y ya toda la fiesta se hacia por la calle en lugar de entrar a bares, terminamos la noche en el banco de un parque, bebiendo las cervezas y hablando de nuestras vidas hasta la hora de irse a la cama.

Ya levantados y de día, nos dimos una vuelta por Bremen que no es muy grande, vimos esas calles estrechas y originales de la ciudad, con pequeñas pinceladas de pueblo medieval, sus iglesias impresionantes, no podía faltar la estatua de los trotamúsicos y para cerrar la mañana ver el mercadillo de segunda mano montado a la orilla de el rió Weser, realmente es una ciudad de sueño.

A la tarde mientras poníamos la lavadora hicimos amistad con unos georgianos del hostal que si tu los ves en España te cambiarías de acera, pero realmente era gente super agradable, varios hablaban español y nos dieron algo de comida, nos invitaron a ir con ellos a una discoteca rusa a la noche, pero debíamos que madrugar al día siguiente, así que antes de dormir nos dimos otra vuelta a la noche por esa ciudad de nuevo, se palpaba el ambiente por el partido del Werder Bremen contra el Aston Villa, y otra vez terminamos con unas cervezas en el parque para ponernos un poco a tono, el destino de el día siguiente seria…¡Hamburgo!.

 

 

Hamburgo

Aquí hicimos una parada de las rápidas antes de llegar a Berlín, y la verdad que sufrí un poco porque no pudimos dejar las mochilas en la estación, y la mía pesaba mucho. Nos dimos una vuelta por su centro, vimos una carrera de piraguas, un festival chino y también una paradita para comer unos bocatas bastante raros que hacían allí, no se ni que tenia.

A la tarde vimos su impresionante y precioso puerto, en el que estaba el gigantesco crucero Queen mary 2, parece de película, con esos enormes canales que tiene entre  sus fríos edificios de ladrillo naranja, tras recorrernos los bares, preguntando por si iban a poner la final de baloncesto de las olimpiadas EEUU vs España, terminamos por verlo en la estación de trenes… había empezado la bundesliga de fútbol aleman y eso es sagrado en aquel país, con una muy triste derrota nos montábamos en el próximo tren a la capital alemana, ¡Berlin!

 

 

Berlín

Por fin llegábamos a una de las ciudades claves de el interrail, una de las mas esperadas de el viaje y esta era… ¡Berlin!.

La hora de llegada fue mas o menos las 10 de la noche y nuestra emoción de colegiala ya era bastante notable. Ahora nuestro lugar de dormir estaba en la zona Este de la ciudad, nada mas salir de el metro ya podíamos ver la famosa antena de televisión.

Ya asentados en nuestro hostal, fuimos a su cocina para cenar y me gusto mucho su estilo tan clásico. Nada mas terminar fuimos a ver la plaza icónica de la zona Comunista, Alexander Platz, que es donde esta la antena de TV, pero teníamos que volver antes de que nos cerraran el metro, en uno de los vagones se sentó enfrente nuestra un morlaco de casi 2 metros, cabeza rapada y borracho, que ya su mirada y rostro daba bastante miedo, bueno para terminar esa noche teníamos la suerte que abajo de el hostal teníamos un bar heavy, así que no hubo noche en Berlín que no la termináramos con un par de cervezas Becks en ese bar

Después de pasar la noche, teníamos preparada una visita al Pergamo Museum situado en lo que llaman la isla de los museos, existen bastantes canales. Impresionante todas las reconstrucciones enormes de ruinas romanas, la puerta de Babilonia o una zona islámica. La verdad que todas esas construcciones impresionaban, todo explicado por el audio guía en perfecto castellano. Después de aquello fuimos a ver Berlín, la catedral, la zona donde se hizo la quema de libros por los nazis, y finalmente nos acercamos a el arco de Bradenburgo, para comer por fin probé una de la que a día de hoy es de mis comidas favoritas, ¡¡La Currywurst!!

Tras una siesta en el Tiegarden, a lado de una persona de 40-50 años tomando el sol en slips, muy agradable todo, fuimos a ver el Punto charlie, donde se separaba las dos partes de la ciudad y alguna que otra zona mas de Berlin.

Para sorpresa nuestra, a la noche fuimos a cenar con el primo Argentino de Hector y sus hijos, nos estuvo contando muchísimas historias de la ciudad, como vivía la gente y muchas mas curiosidades del día a día, nos invito a la cena en un Australiano (Pude probar la currywurst de carne de canguro) en una especie de plaza-centro comercial (Tal vez, todo lo que no se definir bien lo llamo centro comercial) con un techo enorme lleno de luces de colores, ya nos tocaba volver a el bar cerca de el hostal para rematar la noche.

Al siguiente día fuimos directos a ver la parte de el muro de Berlín con todos sus grafitis, por sorpresa detrás de una zona de el muro habían montada una playa artificial a la orilla de el río, así que sin pensarlo ni media, fuimos como una horda de zombies a por cerveza y una tumbona, era caro pero que tranquilo se estaba, Como el tío de Hector nos recomendó la pizza berlinesa, fuimos a un pequeño bar con una terraza pegada al río y pudimos probar esa pizza, no es que fuera un gran manjar, pero se dejaba comer, tenia beicon, cebolla y alguna cosilla mas.

A estas alturas ya se creo una costumbre que nos acompañaría todo el interrail, la siesta después de comer en un parque, aquí era el Tiegarden, antes de ir a el barrio ocupa de la ciudad, fuimos a un oculista, Sergio se había dormido encima de sus gafas y con eso había perdido su forma original, el barrio ocupa estaba lleno de cuadros y esculturas rarisimas, gracias a que la mayoría de ocupas eran latinos, pudimos conversar un rato, conocer más datos curiosos y comprar algún recuerdo.

A la noche otra vez nos invito a cenar el primo de Hector, pero esta vez en su casa y con su mujer que acababa de venir de la india. Como curiosidad, en el metro vimos a una persona con el pelo rosa y en calzoncillos ajustadísimos, cero complejos. La casa del tío estaba en una zona rica, se podía apreciar en los coches aparcados en esa calle, fue una ce las cenas mas agradables que tuve, comiendo una pizza de un metro, hablando sobre los viajes y bebiendo cervezas de forma continua, tras despedirnos de la familia y con la triste esperanza ya que era martes, intentamos salir de fiesta…

Tras poco mas de media hora sin encontrar nada por la zona comunista de Berlín, unos españoles nos indicaron una zona a la que fuimos y nos metimos, aquello era un lugar en ruinas, casas abandonadas y grafitis, un camello se nos acerco, ya nos queríamos ir antes de que nos pasara nada, pero Sergio escucho música, que como inocentes corderos la seguimos y nos adentramos mas en aquella zona de mala muerte. Para nuestra sorpresa, encontramos una rave en un edificio abandonado, así que la fiesta se personifico y encima siempre con una música de los 60-70, esta fue nuestra ultima y genial noche en Berlin, así nos despedíamos de esta espectacular ciudad tan variada y con tanta vida y para nada era una ciudad tan seria como me lo imaginaba en mi cabeza antes de visitarla.

 

 

Dresde:

Esta fue la ciudad que menos vimos, en uno de nuestras visitas relámpagos entre paradas de tren, como descanso antes de llegar a Praga. Después de comer un super sándwich de salami y queso en el suelo y la siesta de rigor de 30 minutos, fuimos a ver todo lo que el centro de Dresde nos ofrecía gratis, vimos el puente y esos edificios que aun se ven negros y agujereados a causa de la guerra, un paseo por sus pequeñitos parques y la orilla de el rio, la ciudad era bonita pero tampoco nada de el otro mundo por lo que nos volvimos pronto al tren, me encanto mucho mas los paisajes que vería por el tren llegando a Praga.

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Diario Parte 3: >Ver<

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