Diario sobre un viaje en Interrail España – Bruselas
El viaje empezó en el verano de 2012, hace ya un tiempo pero bueno, las buenas historias no envejecen. Mejor contarlo tarde que nunca, porque es de esos viajes que quedan siempre en el recuerdo, espero que sirva de algo para la gente que se este pensando hacer un interrail.
Los protagonistas de este viaje somos tres personas, Hector es la persona que mas a viajado de nosotros y conocía gente en todos los países, era nuestro traductor principal, Sergio el mas fiestero de nosotros sin duda alguna y yo que poco tengo que decir de mi, ya me iréis conociendo.
Como introducción diré que el viaje duro desde el 6 hasta el 31 de Agosto, empezando en Bruselas y terminando en Milán, con un pase de interrail de 22 días y 10 de viaje, así que el presupuesto final con vuelos y todo nos salio a unos 1300 euros y sin privarnos de cervecitas o salir de fiesta, para comenzar pondré el recorrido:
Día 6: Zaragoza-Bruselas
Día 8: Bruselas-Brujas
Día 8: Brujas-Amsterdam
Día 10: Amsterdam-Bremen
Día 12: Bremen-Hamburgo
Día 12: Hamburgo-Berlin
Día 15: Berlin-Dresde
Día 15: Dresde-Praga
Día 19: Praga-Viena
Día 21: Viena-Salzburgo
Día 22: Salzburgo-Fussen
Día 22: Fussen-Munich
Día 25: Munich-schaffhausen
Día 26: Schaffhausen-Venecia
Día 28: Venecia-Milán
Dia 31: Milán-Zaragoza
Bueno, para mi este viaje empieza en mi pequeña ciudad, Pamplona, el plan era ir desde Pamplona a Zaragoza en tren yo y Sergio y en el aeropuerto juntarnos con Hector, que vivía en la Rioja,
Mientras estábamos sergio y yo en el tren hacia Zaragoza pensando en como seria el viaje enlazando conversaciones absurdas, Hector que era quien tenia el billete de avión y la reserva del hostal nos gasto la broma de que no iba a llegar hasta el día siguiente, como es normal en su momento gracia no nos hizo jejeje.
Ya en Zaragoza un amigo nos llevo hasta la estación a esperar a Hector y para relajar los nervios entraron facilmente varias cervezas hasta que ya por fin cogimos el deseado vuelo!
Bruselas:
Con la mochila a cuestas nos encontrábamos ya en el primer destino bajando de el avión, aquí ya empezaron los primero problemas, el como llegar hasta la ciudad por lo que nos costo bastante dinero el billete de autobús, mas de 20 euros. Luego el como ir hasta el hostel era otra historia.
Ya estando en vete a saber que parte de la ciudad, siendo casi la 1 de la madrugada y queriendo llegar ya a nuestro lugar de reposo, preguntando nos indicaron donde estaba el metro, primero pasamos por lo que era una especie de centro comercial raro y super laberíntico. Ya encontrada la boca del metro decidimos entrar… allí no pasaba ni dios ni se veía nada funcionando, decidimos preguntar si pasaba el metro a la primera persona que vimos, una amable señor vagabundo sentado en un banco con un cartón de vino y la que su respuesta fue palabras incoherentes y una mueca de risa desesperada. Viendo que al otro lado de la vía había mas vagabundos con sacos montándose su acampada, decidimos salir de aquel desolado lugar… y menos mal, porque a los 15 o 20 segundos de salir, una persiana de acero cerro la boca de el metro, no me quiero imaginar pasar la noche encerrado en aquel lugar y eso que compañía no faltaba…
Ya recurriendo a lo fácil, un taxi, llegamos a nuestro hostel y sentados en una terraza tuvimos una tranquila conversación antes de meternos a dormir, la primera noche se me hizo difícil de conciliar con mas gente haciendo ruido, pero bueno, rápido me acostumbre.
Ya despiertos y desayunados en el hostal, nos pusimos manos a la obra y salimos a ver todo Bruselas andando, y la verdad que nos la recorrimos de lado a lado viendo todas sus iglesias, por supuesto también comprobando la fama de las cervezas Belgas en un sitio que tenia cientos de marcas y también los gofres son una exquisitez, la ciudad tampoco me pareció nada de el otro mundo mas que la plaza central de la ciudad que es increíblemente preciosa, y la famosa estatua de el meón que seguro que todo el mundo va con la idea de que su tamaño será ligeramente mayor, Mi compañero y yo ya estábamos cansados de ver iglesias pero el otro acompañante ya tenia todas apuntadas para ir a ver en el mapa, como si de un álbum de cromos se tratase, con la tontería llegamos a un barrio de muy mala pinta donde todo el mundo nos miraba.
Ya de vuelta en el hostal y con la tripa vacía nos dispusimos a hacer la merienda-cena llena de comida guarra y por supuesto los sándwich de salami y queso, dieta ancestral que nos acompañaría durante todo el interrail, así que cenar junto a unas cervezas y unos billares en el hostal era un placer. En nuestro cuarto de los ronquidos traspasaban la puerta al pasillo. Al día siguiente tendríamos que viajar hacia Ámsterdam.
Brujas:
Ya saliendo de Bruselas y con intención de ir a Ámsterdam, nos dio por pasar el día en Brujas, que decir de esta pequeña ciudad, nada mas pisar el primer parque, con tanto caballo, patos y esa belleza que caracteriza esta ciudad hace que te entre una paz y tranquilidad enorme, haciéndote sentir en el centro de un medievo poblado.
Eso si, es muy bonita la ciudad pero con tanta masificación de turistas aquello parecía un parque de atracciones, caminando por sus calles pudimos entrar en varias iglesias, incluida una que entrabas y básicamente era un bar con neones y llamativa parafernalia, bastante raro para una iglesia, también conocimos a un grupo de tunos Mexicanos, que aunque ya tenían una edad, nos contaron que así se estaban costeando el viaje, para terminar la visita a Brujas nada mejor que una cerveza en un bar con ambiente de Rock, así termino nuestro día en esta preciosa ciudad medieval
Ámsterdam:
De camino a Ámsterdam en tren, como no había sitio para sentarnos, nos toco ponernos en unos asientos del pasillo, entre los vagones de tren. Con nosotros se pusieron dos sevillanos muy simpáticos, que también hacían el interrail, hablando y contándonos las aventuras del viaje, sacaron una botella de Ron, y nosotros algo de jamón y mas miscelánea de embutido. Al final con los 5 bebiendo Ron aquello parecía una fiesta y al mirar dentro de el vagón donde los asientos, toda la gente nos miraba sonriendo.
Un poco afectado por la bebida, nuestra llegada a Ámsterdam se hizo corta. Como no teníamos hostal reservado, decidimos ir a el mismo que los sevillanos sin reserva alguna, en la entrada del hostal nos recibieron con un porro una chica de Israel y un chico de Canadá, el hostal era un calabozo y en la sala común no había mas que mucha gente callada y muy fumada viendo las olimpiadas, como si fuera aquello una horda de Zombies. Nos dieron dos camas para tres personas, así que Héctor durmió en el suelo, bueno ya que teníamos el cuerpo animado, decidimos salir de fiesta con los sevillanos y ver el ambiente nocturno, sus coffe shops, su calle roja, su activa vida nocturna y todo lo que la noche nos ofreció.
Al día siguiente, después de un madrugón considerable, ya tocaba visitar la ciudad de día, y que mejor forma de hacerla que alquilando una bici y adentrarnos como locos suicidas en esa jungla de ciclistas y canales. Yo ya había estado las navidades pasadas, así que una ciudad tan pequeña me la conocía he hice de guía, vimos todos sus parques, la casa de Ana Frank(Lugar muy curioso con trágica historia) , la plaza del ajedrez grande, comimos esas patatas tan cojonudas que tienen, y finalmente me la pegue contra un seto con la bici en VondelPark.
Ámsterdam seguramente sea de mis ciudades favoritas, la impresión que te llevas nada mas pisarla por primera vez es inigualable, y esa magia que tiene las calles y sus canales te atrapa, para comer no podía faltar los restaurantes llamados Fibo, que te sirven la comida en maquinas expendedoras que te dan gloria.
A la noche de una forma mas relajada decidimos entrar un coffe shop del barrio rojo, yo ya lo había visto aquellas calles de neones y escaparates, pero mis dos amigos fliparon, luego toco un par de cervezas que cerraron la noche en un bar de el barrio chino(los únicos occidentales del bar a la noche), que ya tocaba volver al calabozo para 10 personas por habitación(los de nuestra habitación iban tan fumaos, que para las 9:30 o 10 ya estaban dormidos en sus camas)
A la mañana siguiente para ir al próximo destino, habíamos quedado con los Sevillanos, pero ellos no aparecieron, por lo que nos contaron en el hostal había estado la policía esa noche, mas adelante nos enteraríamos de la historia pero de momento teníamos que ir a por el próximo tren, a la estación central de Ámsterdam, no sin antes devolver las bicis.
El hostal de Ámsterdam nos salió por unos 13 euros la noche, ya que una noche solo teníamos dos camas para tres, 9 euros creo que costo el museo de Ana Frank, mas las bicis y la noche que salimos unos 20 euros cada uno, en comida una miseria, de 3 a 6 euros las comidas y cenas, comida basura y embutidos.
Siempre tenia mi cuaderno donde apuntaba todas las experiencias durante los recorridos en tren.
Diario Parte 1: >Ver<
Diario Parte 2: >Ver<
Diario Parte 3: >Ver<
Diario Parte 4: >Ver<
Jonas & Antu
Somos una dupla de trotamundos, prendados de horizontes desconocidos. Hemos recorrido el mundo como nómadas de morral, y jamás hemos experimentado fatiga al hacerlo. Nos apasiona el placer de desentrañar tierras vírgenes y el éxtasis de sumergirnos en culturas inexploradas. Percibir el viento acariciando nuestro cabello y el sol besando nuestra piel. Atesorar en nuestra memoria lugares, instantes y almas. Somos oriundos de España y El Salvador.